29 noviembre 2009

EL DIA OCHO MIL TREINTA...

El dìa ocho mil treinta que me diste la mano, volvì a pastar mi rebaño, lejos ya de todos. A tocar mi juguete: lùdico cancionar de hebdòmadas lejanìas. A escaparme de junto de los padres. A tener la unidad de los cinco. A quedarme despierto hasta que regresaran (¿en què momento regresarìan, cada uno de su distancia? Hubieron de encontrarme vencido por los sueños).

"Tomaste ese lado izquierdo que aùn tengo de dìas, que me ha nacido de ese largo salir al amanecer".

Cuando todos se hayan ido a reunir en su domingo, yo estarè tomando aquel lado izquierdo que aùn tienes de dìas. Me palparàn tus ojos, y las siete palabras de tu ausencia.

Y, ni me has de ver ya.

Pero no estarè solo.

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